Sé lo que tengo, lo que hago, lo que soy!

Y sin embargo te quiero, y sin embargo me encanta recordarte, y sin embargo me dan celos al verte en otros labios, prendada en ellos. Labios traidores, provocadores, se tornan mi vicio. Recuerdos de aquel momento, de aquel día que supongo piensas no evoco. Besos de labios temblorosos, De aquella noche, de aquella pasión. ¡Mujer! tatuaste mi pensar, mis labios, mi sexo. Memoricé con mi lengua tu cuerpo, tus labios, todos ellos. Imprimimos recuerdos en nuestra piel, Nos amamos. Amo tus letras, tus sentires, tu fuerza. Amo la droga que eres y a la que me resisto. Amo tu aroma a flores de primavera. Amo tu risa de princesa malvada. Te amo… Y sin embargo te odio por lo que causas, Por lo que haces a mi sensatez. Te odio por quererme y por soñarte. Me odio por desear sentirte. Me odio por resistirme. Vive, planea, sé feliz. Al final nos veremos y nos besaremos. No me olvides, no hieras más mi alma. No juegues… no llores, solo...

Este olor, esta ciudad, este sentimiento, esta distancia, trae recuerdos de viejos amores, de viejos sabores. Ningún recuerdo comparado con este presente que me tiene embelesado. Ningún beso comparado con los besos que en sueños probamos. Ninguna caricia tan nuestra como la que cuando nos miramos, deseándonos, nuestros ojos, observándonos con amor, detallan nuestras almas. Alma mía, alma tuya, almas nuestras. Ese olor que el viento trae a mí, hace que te sueñe. El olor a cercanía de ti, de tu cuerpo, me excita. Yo rozando con mis dedos tu espalda, te deseo. Tú cerca y lejos, dentro y fuera, Consiente e inconsciente, real e irreal. Te miro. Te acaricio con miradas, te desnudo con miradas. Te deseo. Sufro, sufro ante tu indiferencia. Tu cercanía impregna mis sentidos a felicidad. Tu distancia hiere mi alma. Te amo, te quiero, te siento. Decisiones, desamores, desprendimiento. ¿Y ahora qué? ¿No...